12.12.19

LAS BUENAS COSTUMBRES

Nada hay más fuerte que el hábito, dijo el poeta latino Ovidio. Al menos, en mi caso, así es. Lo que cuesta instaurar un "buen hábito/costumbre" y lo fácil que es perderlo. Yo he perdido la buena costumbre que tenía de escribir, de reflejar mis pensamientos y emociones de forma escrita, y sé que eso me ha hecho sentirme más desubicada, con la sensación que se tiene cuando no sabes dónde poner algo porque no encuentras espacio y lo guardas donde crees que no va a estorbar o, simplemente lo ignoras pensando que desaparecerá solo sin que tengas que hacer nada. Pero no es así, el tiempo pasa y todas esas cosas que creías bien escondidas siguen ahí, a veces te golpean suavemente y otras con dureza. A veces pienso que cada un@ tiene su propio aguijón, uno de esos que se clava bien profundo y te acompaña siempre, pero también pienso que se puede vivir plenamente con él, aunque no siempre vaya a ser fácil. Y eso es lo que quiero aprender a hacer. Si "las malas compañías corrompen las buenas costumbres", las buenas las mejoran, por eso cada día estoy más convencida de lo importante que es el círculo del que me rodeo, las personas que tengo cerca (físicamente o no) que también conforman quién y cómo soy. Las personas a las que aporto y me aportan cosas positivas, las que me aconsejan y quieren bien, y hacen que quiera intentar hacerlo mejor cada día. No es fácil recuperar los buenos hábitos perdidos, pero dando el primer paso se empieza, por eso escribo de nuevo.

16.5.13

Bla, bla, bla...

Cuando determinado "alguien" me dice "te quiero mucho", no sé por qué, pero automáticamente se activa dentro de mí un mecanismo de defensa que hace que me entren los siete males. No hay duda que esa persona, en breve, me la va a jugar. Últimamente pienso mucho en esto del valor de las palabras, porque lo cierto es que creo que tienen muy poco (cada vez menos). Lo que de verdad habla de una persona son sus actos. Si vas a decirle a alguien que le quieres, asegúrate de estar dispuesto a demostrarlo.

15.5.13

"Yo ya soy mayor para eso"

Escuchar esta frase me pone de mal humor. Me fastidia la gente que se dice mayor para aprender o rectificar. Yo soy de las que piensan que "mientras hay vida, hay esperanza". Y soy de las que cree firmemente que los seres humanos tenemos capacidad de cambio, si queremos y nos esforzamos en ello. De hecho, soy un ejemplo vivo de que así es, y espero poder seguir luchando por mejorar y cambiar aquello que a veces me dificulta el camino Nunca es demasiado tarde, solo es cuestión de querer.

8.5.13

LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

Hay momentos en los que un@ se desmoraliza. Sí, aguantas, aguantas y aguantas… hasta que un día te das cuenta que estás realmente cansad@, sin fuerzas, sin ganas de seguir luchando contra los elementos. En ese tipo de días es en los que piensas: me parece que es mejor volverme a acostar. Y, de hecho, serías capaz de meterte en la cama de nuevo, si no fuera porque tienes “obligaciones” que atender que solo tú puedes atender… y menos mal, porque si no fuera así “apaga y vámonos”. Llevo varios días levantándome así, y no me gusta. De hecho, me enfada ese espíritu de negativismo que llega y lo impregna todo cuando creías estar tranquilo en medio de tu intranquilidad. Es una sensación que invade mi cuerpo y mente, una lucha de contrarios en la que no quiero ceder, pero reconozco que a veces me cuesta mucho seguir peleando, porque me resulta muy agotador. Incluso, por una décima de segundo, llego a pensar que sería mucho más sencillo rendirse. Hoy, al despertar, me he vuelto a encontrar así conmigo mism@, pero me he vuelto a plantear la misma pregunta: ¿sigo avanzando o me quedo aquí? Y como no quiero ni pensar en permanecer en el trayecto oscuro que me lleva a olvidar que sigue habiendo esperanza, he decidido que “sí”, que quiero continuar… pero CONTIGO. Hoy quiero recordar a cada minuto que TÚ estás a cada paso que doy, porque si muchas veces me desaliento es porque quiero caminar sol@. No me dejes, Dios mío, porque sin TÍ no veo luz al final del túnel.

16.1.13

Dale la vuelta a la tortilla

Todos metemos la pata. Una y mil veces. Podemos caer en la misma piedra constantemente y, aunque algo aprendemos, con el tiempo también es cierto que muchas cosas se nos olvidan y volvemos a errar sin querer. No sé por qué se mantienen ciertas situaciones incómodas en el tiempo, ni por qué algunas personas actúan (o actuamos) de una manera determinada. Lo que sí tengo claro es que yo tengo mi modo de ver las cosas, mi perspectiva de cómo creo que se debe uno dirigir en esta vida... y los demás tienen la suya. A menudo no comparto esos otros enfoques y hasta algunos me han afectado y/o afectan a nivel personal, pero si quiero vivir sin amargarme no me queda más remedio que respetar y aguantar (una especie de "ver, oir y callar"). ¿Voy a dejar de decir lo que pienso? No, pero voy a intentar no perder demasiado el tiempo. Valoro hasta dónde he llegado a día de hoy y hasta dónde puedo llegar y saco mis propias conclusiones. No es conformismo ni falsedad, es realidad, salud física y emocional la que está en juego, y en estos tiempos de crisis no está la cosa para derrochar.

26.11.12

¿Bon nadal?

El otro día iba paseando por la calle cuando me quedé sorprendida mirando las primeras y escasas luces de navidad que encontré. Bon Nadal podía leerse en el luminoso de color azul y blanco... ¿Bon Nadal? -me pregunté yo a mi misma… ¡ja! -me respondí acto seguido. Creo que es la primera vez en mi vida que me digo algo así a propósito de la Navidad. Una época del año que siempre me ha encantado y arrancado una gran sonrisa: el frío, la nieve, los villancicos, los adornos, los regalos, las reuniones familiares, la ilusión en los rostros de los niños… Pero no sé muy bien por qué esta vez todo me parece distinto. Será que mis ojos no miran igual, o que me siento predispuesta a que todo me parezca gris en vez de color verde o rojo. Será que todo en este mundo me resulta “una mentirita liada en un trapo” y eso hace que hasta la navidad me parezca un hastío… no lo sé. El caso es que me siento triste y no quiero que nadie me desee felices fiestas o me diga qué voy a hacer para nochebuena y/o navidad, porque solo de pensarlo me entran retortijones de barriga.
Sí, ya lo sé. Nada es blanco ni negro, hay una gama tremenda de blancos y grises, pero yo ahora no los veo y, aunque tengo unas semanas para cambiar de parecer hasta que esos días lleguen, lo cierto es que por ahora ni bon, ni leches en vinagre.

23.11.12

El olmo no puede dar peras

En todas las relaciones hay expectativas, y cuanto más fuerte es el lazo que une a dos personas éstas son aún mayores. Las expectativas no son malas, al contrario, son necesarias. Si nunca esperáramos nada de nadie, ¿qué clase de relación sería esa? El problema surge cuando pretendemos que el otro sea o actúe como no es. A nadie se le ocurriría decirle a un violinista que, en vez de tocar el violín, tocara la flauta; o a un panadero que, en vez de pan, cosiera vestidos. Tampoco le diríamos a un niño de cuatro años que nos hiciera una paella, ni a un abuelo de noventa que hiciera el pino. Parece descabellado, pero esto es lo que hacemos constantemente unos con otros: demandar y demandar sin pararnos a pensar en lo que estamos pidiendo y a quién se lo estamos pidiendo. Sí, a menudo nos empeñamos en pedir cosas "imposibles" a quienes más queremos. "Imposibles", no porque no se pudieran conseguir, sino porque nunca se aprendieron ni se quieren o pueden aprender ya. Se sufre mucho hasta que no entiendes que "no puede ser", pero puedes atenuar el dolor cuando te das cuenta que quien no te da no lo hace porque no quiere, sino porque no sabe. Nadie es mejor ni peor por dar o no dar, ni por recibir o no. Y, puede que quizá eso no te valga en un momento dado para excusar a alguien de quien esperas mucho más, pero sí para no perder un tiempo precioso en frustrarte por lo que no es y, probablemente, no sea. Todos tenemos la capacidad de ponernos en el lugar del otro. No esperes que siempre sean los demás quienes se pongan en tu lugar. Empieza tú!